Alemania prueba la derrota
Jovanovic y Krasic, durante el primer tiempo una dupla de miedo
El partido, durante los primeros 30 minutos, estaba como uno lo esperaba. Ataques de Alemania (un disparo de Klose apenas salió desviado), aguante de Serbia. Y mucha brusquedad. Era obvio que Serbia no iba a darle los espacios que Australia le dio a Ozil, pero era imposible controlar la gambeta de Muller y los disparos de Podolski, además del peligro de viejo zorro en el área de Klose. Sin embargo, una jugada cambiaría el partido. Sin tomar en cuenta que el árbitro Alberto Undiano estaba haciendo un festival de tarjetas amarillas, Klose, que ya estaba amonestado por una falta en el mediocampo, se lanzó por detrás de un jugador serbio y lo pellizcó. Fue suficiente para ganarse otra pálida y salir fuera con la roja. En ese momento, un hombre creció en la cancha. Se llama Milos Krasic, juega en el CSK Moscú y es un volante velocísimo e inteligente. Cogiendo la bola en el mediocampo o recibiendo pases largos e imposibles, cogía carrera y empezaba a hacer estragos en la poco sólida defensa alemana (que nunca probó Australia) y buscando la pared con Jovanovic o el centro al gigante Nicola Zigic (dos metros y cinco cms). Y finalmente, sus entradas tuvieron fortuna en el minuto 38, cuando un centro de Krasic alcanzó la cabeza de Zigic, quien pivoteó hacia Jovanovic. Este paró la bola, la elevó ligeramente y en tijera remató contra el arquero alemán en disparo inatajable. Un golazo que ponía adelante a Serbia. Durante el segundo tiempo, los Serbios siguieron atacando con Krasic, que nunca dejó de insistir (el mejor volante derecho del Mundial hasta el momento), aunque Jovanovic no estuvo tan afortunado, Zigic era más bien un estorbo y Stainkovic estaba desaparecido. Kolarov, pedido por Madrid, sí sacó cara por su equipo y Serbia no solo atacaba sino que defendía muy bien. Aún así, Alemania sabía que era más equipo incluso con 10, aunque ya no tenía un hombre en el área, por lo que empezaron los remates de fuera. Podolski remató mucho y siempre desviado. Que no estaba con suerte, sin embargo, iba a comprobarse después, cuando en una jugada absolutamente estúpida (que recuerda al primer partido de Serbia, donde regalaron un penal a Ghana con la mano) el experimentado Vidic perdió la cordura y levantó la mano para coger un centro en el área, que no tenía peligro. Penal a favor de Alemania que ejecutó Podolski tan inseguro, tan mal rematado, que el arquero adivinó y atajó.
Ni la entrada de Cacau, Mario Gómez y Marín, la nueva sangre, pudo cambiar el resultado. Alemania, estaba escrito, tenía que perder este partido y esperar ganarle a Ghana para poder pasar la fase de grupos. Un desliz y una sorpresa inesperada para el que, unánimemente, fue el equipo más sólido de la primera tanda de partidos de grupo.
IT